Capítulo 32 – Encarnación, Naturaleza y Deberes del ser humano
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material (alma)*, pero no sería
humano. Poseería espíritu y carecería
de conciencia, pero no sabría guiarse
por sí mismo, ni sería el ser superior
que por medio de la conciencia,
conoce la Ley, distingue el bien del
mal y recibe toda revelación divina.
(59, 56)
31. Sea la conciencia la que
ilumine al espíritu y el espíritu el que
guié a la materia. (71, 9)
32. Mientras en el mundo unos
persiguen la falsa grandeza, otros
dicen que el hombre es criatura
insignificante ante Dios, y hay
quienes se comparan con el gusano de
la tierra. Ciertamente, vuestra materia
en medio de la Creación, puede
pareceros pequeña, mas para Mí no lo
es, por la sabiduría y el poder con que
Yo la he creado.
* Alma: es una particularidad que puede
observarse a través de toda la obra, de que la palabra
“alma” no es mencionada una sola vez. A los
primeros traductores (al alemán) les llamó la
atención, pero notaron que todos los escritos
originales en español ostentaron ésta característica.
(Nota bene: a mediados del siglo XX.)
Sin embargo los editores mexicanos de antaño
(después del año 1950) también se percataron, de
que en situaciones definidas procede la mención de
éste “ser”, que gobierna el cuerpo humano y todos
sus sentidos, y que no puede ser el “espíritu”. Por
eso optaron por circunscribir las facultades del alma
en vez de nombrarlo, como “materia, carne, cuerpo,
envoltura, sentidos, corazón, mente” y otros. De ésta
forma protegían la esencia expresada en las palabras
del Señor donde procedía.
Sabemos por éstos escritos, que el alma se funde
con el espíritu para sus reencarnaciones y vida
eterna en el Más Allá, siendo el espíritu, por su
formación a través de la conciencia, guía y maestro
en ésta simbiosis.
33. ¿Cómo podéis juzgar las
dimensiones de vuestro ser, por el
tamaño de vuestro cuerpo? ¿Es que no
palpáis en él la presencia del espíritu?
El es mayor que vuestro cuerpo, su
existencia es eterna, su camino
infinito, de su desarrollo no alcanzáis
a ver su fin, así como tampoco su
principio. Yo no os quiero pequeños.
Os formé para que alcanzaceis
grandeza. ¿Sabéis cuando contemplo
pequeño al hombre? Cuando se ha
perdido en el pecado, porque entonces
ha perdido su nobleza y su dignidad.
34. Mucho tiempo ha que no estáis
conmigo, que ignoráis lo que en
realidad sois, porque habéis dejado
que duerman en vuestro ser muchos
atributos, potencias y dones que en
vosotros depositó vuestro Creador.
Dormís para el espíritu y la
conciencia, y precisamente en esos
atributos espirituales radica la
verdadera grandeza del hombre.
Imitáis a los seres que son de este
mundo porque en él nacen y en él
mueren. (85, 56 – 57)
35. Con mi palabra de amor, os
demuestro el valor que para Mí tiene
vuestro espíritu. Nada existe en la
creación material que sea mayor que
vuestro espíritu, ni el astro rey con su
luz, ni la Tierra con todas sus
maravillas, ni ninguna otra criatura es
mayor que el espíritu que os he dado,
porque él es partícula divina, es flama
que ha brotado del Espíritu Divino.
36. Después de Dios, sólo los
espíritus poseen la inteligencia